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Descubre la verdad detrás de las grasas, ¿amigas o enemigas?: Descifrando el enigma de las grasas trans, saturadas e insaturadas

Foto del escritor: Dr. Ivan RuizDr. Ivan Ruiz

Las grasas son un tema complejo y a menudo malentendido en el mundo de la nutrición. Hoy, vamos a desglosar las diferencias entre las grasas trans, saturadas e insaturadas y ofrecer algunas recomendaciones para su consumo.


Grasas Trans: Estas son las villanas de la historia de las grasas. Las grasas trans se forman durante un proceso llamado hidrogenación, que convierte los aceites líquidos en sólidos para prolongar la vida útil de los alimentos procesados (aunque también se pueden encontrar en alimentos naturales, generalmente son en muy poca cantidad). El problema es que las grasas trans aumentan el colesterol “malo” (LDL) y disminuyen el “bueno” (HDL), lo que puede llevar a enfermedades cardíacas.

Recomendación: Evita las grasas trans tanto como sea posible; busca en las etiquetas y rechaza los alimentos que contengan “aceites parcialmente hidrogenados”.





Grasas Saturadas: Estas grasas se encuentran principalmente en productos animales como la carne y los lácteos. Aunque no son tan dañinas como las grasas trans, las grasas saturadas pueden elevar el colesterol LDL si se consumen en exceso.

Recomendación: Limita la ingesta de grasas saturadas optando por cortes de carne más magros y productos lácteos bajos en grasa.





Grasas Insaturadas: ¡Aquí tenemos a las heroínas! Las grasas insaturadas, que incluyen las monoinsaturadas y poliinsaturadas, son beneficiosas para el corazón. Se encuentran en alimentos como los frutos secos, el pescado y los aceites vegetales. Ayudan a reducir el colesterol LDL y a aumentar el HDL.

Recomendación: Incorpora grasas insaturadas en tu dieta a través de aceites saludables, nueces, semillas y pescado graso como el salmón.





Ahora que conoces a tus grasas, es hora de entender cuánto es suficiente. Las grasas saturadas y trans deben mantenerse al mínimo. Se recomienda que no más del 10% de tus calorías diarias provengan de grasas saturadas y que las grasas trans se eviten por completo siempre que sea posible.


Por otro lado, las grasas insaturadas son tus mejores amigas. Se sugiere que al menos el 20-35% de tus calorías diarias provengan de grasas saludables, como las monoinsaturadas y poliinsaturadas.


Al final del día, se trata de equilibrio y moderación. No temas a todas las grasas, pero tampoco te excedas. Opta por alimentos integrales y frescos siempre que sea posible, y recuerda que la diversidad en tu dieta es clave para una salud óptima. ¡Haz elecciones inteligentes para un corazón sano!

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